Por Franca Maccioni
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tienen razón al temer el barro,
porque no hay allí manera de mirarse
Mauro César, El entrerrianito
Una ríada de barro tóxico sobre Minas Gerais. Un torrente de polvo, agua, arcillas, plásticos, metales y escombros bajando tras el colapso de dos diques mineros. La escena se repite dos veces: 2015, 2019. Una misma empresa protagoniza el desastre: Vale SA. Son dos las ciudades de ese estado del sureste de Brasil las que quedan tapadas por el barro: Mariana, primero; Brumadinho luego. En 2015, 62 billones de litros de una viscosidad rojiza avanzaron sobre el poblado de Bento Rodrigues y atravesaron 700 km. de tierra impregnando el Río Dulce hasta teñir en su desembocadura 80 km.2 del Océano Atlántico. En 2019, 13 millones de metros cúbicos inundaron la cuenca del Río Paraopeba que irrigaba con agua potable a más de 48 municipios de la región.
Por Mario Castells
El autor de Apparatchikis y Diario de un albañil vive desde hace un año y medio en el Delta. Bajo el influjo del mal del sauce escribió esta crónica, que también es un cuento y una reseña.
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Soy continente, floto en la corriente...
Gabo Ferro
¿Qué le puede hacer otra lancha al Tigre?, se dijo Alcides mientras esperaba el milagro de que viniera Interisleña. Eran las 19:35 y se supone que la última lancha del día en dirección al puerto fluvial pasaba por el muelle del Curubica, teniendo en cuenta las arbitrarias soluciones de la empresa, entre las 19 y las 19:30. Si ya había pasado, lo que era sumamente probable, era un garrón porque no podía quedarse y no tenía para el taxi lancha. Por suerte la primavera estaba ahí, clarificaba todo. La brisa suave del Sarmiento con su primer hálito de oscuridad invitaba al rélax.
Pero el loco no estaba para santiguarse ante ese altar. Tenía el bagayo de su separación y la incordia de los insultos de su mujer sobre la nuca. Las pavas de monte discutían en los árboles aledaños al colegio alemán, justo en el recoveco del camino que lleva al almacén y al Museo. Las podía ver comiendo moras. Se puteaban y reconciliaban sin cesar. ¡Qué bichas más culeadas!, pensaba. ¡Tóxicas de mierda!... Y sin embargo, qué lindas.